En la década de los 90 Quentin Tarantino saltaba a la fama con su primer largometraje, Reservoir Dogs, que pronto se convertiría en una película de culto a causa de la extraña mezcla de violencia y comicidad que destilaba su cine. El éxito obtenido le permitió escribir el guión de su siguiente película que pasaría la historia como la más emblemática del director y que marcaría su carrera para siempre.
Hablamos por supuesto de
Pulp Fiction, un clásico del cine moderno que cautiva gracias a su tono de comedia delirante en una trama tan alejada del humor como la del mundo del boxeo, las drogas y los asesinos a sueldo. Pero ahí está precisamente la clave su originalidad: en la combinación del cine violento, con tipos descarnados y sin escrúpulos con diálogos brillantes forjados en una incontenible verborrea aparentemente intrascendente y todo tipo de referencias a la cultura popular (desde el mundo del comic hasta el porno pasando por la música y el cine).
Tres historias sobre una misma historia
La estructura de Pulp Fiction resulta muy compleja si nos atenemos a los mecanismos narrativos clásicos del cine de Hollywood. Las diferentes historias se entrecruzan, los personajes salen y entran de ellas como formando parte de un mismo universo y el espectador puede jugar a completar la información que la película le suministra, como quien manipula las piezas de un puzzle desordenado. Sin embargo, si la desmenuzamos concienzudamente llegamos a la conclusión de que rezuma simplicidad. En realidad se trata de una historia lineal de cine negro, con diversas tramas paralelas y perfectamente identificable que ha sido desordenada deliberadamente por una manipulación del tiempo y del espacio milimétrica.
Pulp Fiction se articula en cuatro historias. Tres de ellas, las que ocupan la parte central del film, tienen una estructura clásica de presentación, desarrollo y desenlace y constituyen mediometrajes perfectamente analizables por separado. Por un lado tenemos la historia de Vincent y Jules, dos asesinos a sueldo que trabajan para Marsellus Wallace. Su misión es recuperar un maletín con un preciado contenido aunque para ello han de lidiar con algunos altercados... causados por ellos mismos. La segunda historia tiene como protagonistas a Mia Wallace, la mujer de Marsellus, y Vincent, quien recibe como encargo salir una noche con la chica. Aquí aparece una de las escenas más míticas del film: el baile de Rock n´Roll entre Uma Thurman y John Travolta.
La tercera historia es la de Butch, un boxeador que se la juega al jefe y mayor beneficiario del negocio de apuestas en este deporte amañado, el a estas alturas más que conocido Marcellus Wallas. La cuarta y última historia abraza toda la estructura de la película y aparece como prólogo y epílogo del film. Es el robo de una cafetería por parte de una pareja de atracadores que se llaman cariñosamente "Pumpkin" y "Honey Bunny". Esta estructura permite que la película pueda leerse como un conjunto de flash-backs y flash-forwards narrativos a partir de la escena inicial de la cafetería.
Pero no olvidemos que las obras de arte no se miran solo con los ojos...
Más allá de la acción y de su personalísima temporalización, si hay un aspecto que hace singular el cine de Tarantino es la capacidad para poner en boca de sus personajes ingeniosos diálogos para dotar de riqueza literaria a lo que acontece. Pulp Fiction está salpicado de digresiones literarias entre los personajes que, pese a la banalidad de los temas tratados, contribuyen a crear una atmósfera colectiva de modernidad por sus continuas referencias a la cultura contemporánea. Aunque parezcan meros artificios para enganchar a un espectador crecido con la misma cultura televisiva que Tarantino, esos diálogos banales en medio de un film dominado por la violencia tienen una función dramática muy precisa. Todos ellos adquieren un significado posterior tanto en la comprensión de los personajes que los formulan como en la propia dinámica de la película.
Y cómo no, debemos una mención especial a la música, que se integra con la propia trama como un recurso más entre diálogos y silencios. La banda sonora se compone de canciones de la década de los 50 hasta la década de los 90 que recuperaron del baúl de los recuerdos a muchos músicos cuyos años de éxito habían pasado tiempo atrás y el resultado fue un fenómeno comercial de primera magnitud.
Lo curioso es que, sin ser una música especialmente compuesta para la película, ilustra las imágenes de forma perfecta. Esta identificación entre la imagen y el sonido, que fue un valor añadido a la progresiva mitificación social de Pulp Fiction, se debió principalmente a la función expresiva de las canciones, que además forman parte de la acción porque suenan en la radio del coche mientras el protagonista conduce (Flowers in the Wall), en el reproductor musical de la casa de Mia Wallace (Girl, you’ll be a woman soon) o en el restaurante donde van a cenar Mia y Vincent (You never can tell). Por tanto la música no solo evoca un guiño cultural sino que refuerza la impresión de que lo que se narra en la pantalla juego con la verosimilitud hasta la frontera de lo real y lo imaginario.
... y que ante todo permanecen para la posteridad
Tras el éxito obtenido en festivales como el de San Sebastián o Nueva York y ser aclamada por la crítica de todo el mundo, Pulp Fiction se convirtió en una película de culto para el público. Su influencia en el cine de acción ha sido enorme y alcanza a programas de televisión, vallas publicitarias, discos de recopilación de viejos éxitos del rock o telefilmes.
Su estilo dejó una profunda huella en muchas películas de su tiempo como L.A. Confidential (Curtis Handson, 1997), El gran Lebowski (Joel Coen, 1997) o Nadie está a salvo de Sam (Spike Lee, 1998). También contribuyó a crear una escuela de directores, más o menos ligados a Tarantino, en cuyos filmes se aprecia una indudable inspiración en sus mecanismos narrativos. En este caso hablamos de realizadores como Alexander Rockwell, Allison Anders y Robert Rodriguez, sus colaboradores en Four Rooms (1995). Pero la sombra de Tarantino se extiende más allá del ámbito cinematográfico y llega a la música, que vivió un revival del surf y el rock de los 60 a partir de la banda sonora de Pulp Fiction; y a la televisión, que ha copiado la estética de Tarantino en series como Urgencias o Los Soprano.
Pero sin duda la mayor huella que ha dejado Pulp Fiction ha sido en sus fans, gracias a frases míticas e inolvidables. Eso sí, posiblemente no las más adecuadas para todos los públicos...
- "¿Por qué creemos que es necesario decir gilipolleces para sentirnos cómodos?"
- "Soy el sr.Lobo, soluciono problemas"
- "Tranquilícense caballeros. No empecemos a chuparnos las pollas todavía."
- "No estoy bien, estoy a mil jodidas millas de estar bien"
- "Al señor Marsellus Wallace no le gusta que le folle nadie, excepto la señora Wallace"
-" ¿Cuál es tu cartera?"- "Es la que pone 'hijo de puta peligroso'."
- "Ha sido el puto día más extraño de mi vida"
Y para terminar, no podíamos olvidarnos del pasaje de Ezequiel, 25.17, con el que Jules avisa a sus víctimas de que van a morir:
- "... y tú sabrás que mi nombre es Yavé, ¡cuando mi venganza caiga sobre ti! "